Este artículo propone una lectura de la novela El perro de la escribana (1982) de María Luisa Mendoza, un texto donde la arbitrariedad y la voluntad del sujeto ––o, lo que es lo mismo, “su mirada”–– se establecerán como herramientas básicas para arraigar las identidades nacionales, culturales y de género. Por lo mismo, el valor del pasado, así como el de los discursos asociados al mismo, dependerá únicamente de la autoridad simbólica de quienes los enuncien.

ver y ser visto